Un canto inspirado dice que la unidad entre los siervos de Jehová es tan reconfortante como “el rocío de Hermón que viene descendiendo sobre las montañas de Sión” (Salmo 133:1, 3). Al igual que el Hermón es fuente de rocío para las plantas, nosotros podemos ser fuente de alivio para los demás. ¿En qué sentido? Seamos constructivos al hablar, a fin de edificar a los hermanos debemos ver lo valiosos que son a los ojos de Dios. Jehová ve las buenas cualidades de todos sus siervos, incluidos los que, en nuestra opinión, tienen una personalidad difícil. Si nos esforzamos, nosotros también lograremos ver sus virtudes, lo que nos permitirá decir algo bueno de cada uno de ellos. Ayudemos al prójimo, En la congregación cristiana tenemos muchas oportunidades de animar a los hermanos. Por ejemplo, en el Salón del Reino podemos hablar con quienes tienen problemas de salud. A veces, no hace falta más que dedicarles unos minutos antes o después de las reuniones y decirles algo que los fortalezca. También podemos fijarnos en quiénes han faltado y luego telefonearles para ver si están bien y brindarles nuestra ayuda (Filipenses 2:4).No escatimemos comentarios constructivos ni buenas obras. El rocío que alivia la sequía es el conjunto de miles de gotitas que descienden con suavidad, sin que uno sepa de dónde salen. De igual manera, el alivio que ofrecemos a los demás no consiste en una sola acción noble, sino en el conjunto de obras cristianas que realizamos a favor del prójimo día a día.
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